SITUACIÓN LÍMITE
- Juan Cuzzolino

- 27 oct
- 2 Min. de lectura

Horas después de que Javier Milei ganara con el 40% de los votos a nivel nacional y el 51% en Pergamino, un amigo me reenvió un mail del colegio parroquial donde manda a su hijo.
El asunto decía: “Situación límite”.
El mensaje avisaba que el 33% de las familias debía cuotas, que el subsidio estatal no alcanzaba, y que no habría re-matrícula para 2026 si no se regularizaban los pagos.
Un mail simple, casi burocrático, pero también una radiografía del país real.
La foto de una clase media que alguna vez creyó que el esfuerzo alcanzaba, que trabajando iba a estar a salvo. Pero se ve que ya no.
Hoy esa clase media vive con la soga al cuello.
Paga el súper en cuotas, le carga nafta a la moto o al auto con miedo, paga el vencimiento de la tarjeta con el mínimo y debe la cuota del colegio.
Y en una ciudad como Pergamino (tan productiva, tan convencida de su propio empuje) la angustia se volvió rutina.

No hay crisis ajena: la crisis ya está en el recibo de sueldo, en la heladera y en comprarle zapatillas a los pibes para ir al colegio.
Mientras tanto, en las urnas y en día a día, Milei arrasa. El mismo que promete “fundir a todos” es el elegido por muchos que ya están fundidos. No solo por bronca. También, quizás, porque ya no creen que haya otra salida o por odio a los “kukas” .
Porque hay un sector entero —hijos de la precariedad, nietos del mérito— que siente al Estado como algo etéreo o directamente ajeno.
La gran mayoría de los jóvenes (y los que ya no lo son tanto) que votan a Milei no tiene aportes mínimos. Laburan en negro, no pagan el monotributo, y celebran que no haya moratoria o que se estire la edad jubilatoria.
Para colmo y a diferencia de nuestros abuelos, el 90% no tiene casa propia: alquila. Tampoco tienen hijos que el día de mañana sostengan el sistema o siquiera se puedan hacer cargo de ellos cuando ya no puedan trabajar. Si nada cambia, muchos de ellos van a envejecer en la calle.
En esas pequeñas cosas está el verdadero desafío del peronismo: pensar un país hacia adelante, reconstruir una idea de comunidad que hable de trabajo, de seguridad social, de futuro.
Y volver a hacerles creer a esos pibes que el Estado puede ser algo más que una oficina donde se hacen trámites o se reparten bolsitas con mercadería o planes.
Volviendo al mail del colegio, este no habla de religión ni de política. Pero es, sin quererlo, una homilía laica sobre este tiempo: familias agotadas y parte de una sociedad que parece acostumbrarse y valida vivir al borde.
“Situación límite” no es solo el título de un correo electrónico. Es la descripción exacta de un país que hace rato llegó al margen, y todavía no sabe cómo volver a empezar.








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