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LOS POLÍTICOS Y EL PODER DE LOS ASTROS

  • Foto del escritor: Maestro Orión
    Maestro Orión
  • 29 mar
  • 8 Min. de lectura


Las historias en la vida de Pobres Corazones


Tanto la crónica como los personajes representados en esta novela son estrictamente ficción y nada tienen que ver con personajes o situaciones reales. Cualquier semejanza con personas o historias reales es mera casualidad.

En este caso, y considerando que el público se renueva como dice una conocida conductora de televisión, quien no es de mi estima como televidente, pero en este caso tiene razón, y ante la publicación de la novela en un nuevo espacio, es necesario dar a conocer los dos últimos capítulos para que el público vaya teniendo un poco el hilo de los recientes episodios. Desde ya, muchas gracias por su atención


Bajan del subterráneo

_¡llegamos a la estación Usina! Esta es nuestra parada pequeños amigos ¡Tenemos que bajar!

_Los enanos portaban mochilas y en su interior los disfraces de gnomos y duendes. Los cinco hombrecillos eran dirigidos por Pinturita (integrante del grupo de los Jinetes) formado por: Papanegra (director técnico), los defensores Juanca Cachuzo y Martincho Piñata. En el mediocampo Angelito Pinturita y Lucho Juanpichulo; y la delantera, Pedrito Rossinante.


En la Usina

_Pinturita ingresa por la puerta principal al hall central de la Usina y se dirigen a la línea de cajas, previo anuncio al guardia de control de ingreso a la entidad. 

_¡Buenos días señor!

_¡Buenos días! ¿Adónde se dirige?

_En realidad iba a pagar la boleta de luz, pero antes quería hacer un reclamo porque a unos amigos no les llega la boleta a sus hogares.

_Muy bien, tiene que dirigirse a la oficina de reclamos. Está al costado, por ese pasillo.

_Perfecto, ¡muchas gracias!

_A medida que avanzaba, se escuchaban cuchicheos de los empleados: ¡Tengan cuidado, apaguen o suban la temperatura de los aires acondicionados! ¡Mirá, ese animal, tiene el aire en 17 grados; decile que lo baje ya mismo!


En la mansión Martinezky

_El enorme recibidor de la mansión Martinezky estaba en semi penumbras. Acomodado en un gran sillón frente al gran ventanal, Arturo Martinezky meditaba sobre distintas cuestiones recientes que en algunos casos lo preocupaban y en otros lo llenaban de ansiedad. Había regresado del viejo continente, coincidiendo en España, en un restaurante (¡Oh, casualidad…!) con su archienemigo El Chacal, hacía apenas 24 horas y se preparaba para una muy importante reunión con su primer líder, el reconocido “Gato”. La idea de los alcaldes bonaerenses amarillos, que lo incluye, es plantear la decisión de pasarse a las filas libertinas, aunque ahora Martinezky dudaba con los últimos acontecimientos que tenían a El León como protagonista. Tenía miedo, la sensación de otros tiempos de que todo se derrumbara y se lo llevara puesto. Pero antes había quedado con su mano derecha y amigo, Mario Cortijo, en encontrarse en su casa para que le diera algunas lecciones de cómo poder acercarse de otro modo a Vanesa, la alemana. Esa mujer lo inquietaba; lo perseguía en su mente, en las noches, quitándole por momentos el sueño. Tenía algo que la hacía especial. Nunca se había atrevido a confesarle lo que realmente pensaba de ella; y cuáles eran sus deseos. No sabía por qué. Él no tenía compromiso alguno, y ella tampoco. Estaba solo, era soltero, no tenía hijos. Ella lo mismo. Pero había algo en esa mujer que frenaba sus impulsos. Tenía una mezcla de misterio y belleza única que la hacía irresistible.


Las clases de Cortijo

_¿Cómo le va don Arturo? ¡Qué alegría verlo nuevamente! ¿Preparado para la clase?

_Creo que sí. Pero, shhhhhh. Hable bajo que nos puede escuchar la alemana.

_¡Bah!, no sea tan quisquilloso Señor, si se tiene que enterar porque usted debe confesarle su interés.

_Sí, es verdad. Pero no quiero que se entere que usted me está enseñando algunas cosas.

_No hay problema don Arturo. La alemana sabe que soy todo un experto en estas lides (se pone en pose canchera, agrandado haciendo ademanes de suficiencia). Bueno, ¿qué le parece si empezamos?

_Bien. Estoy de acuerdo.

_Perfecto. Acérquese al ventanal, y póngase de espaldas. Corra bien las cortinas.

_¿Pará qué?

_¿Cómo para qué? Para que entre la luz. Así puedo observar con mayor nitidez cómo le sale lo que le voy a pedir. Antes (extrae de una mochila ciertas prendas), tiene que vestirse con esta ropa que le traje; y ponerse el sombrero que dejé sobre la repisa del fondo, ¿no se dio cuenta?

_No, no presté atención.

_No importa. Vaya y cambiase por favor.

_¿Para qué es esta ropa?

_Usted primero se cambia, hágame el favor, y luego le explico.

_Está bien. La verdad que no sé por qué le hago caso. Pero ahora siento curiosidad ¡Usted me hace disfrazar!

_¡Bueno! Disfrazar, disfrazar. Nadie habló de disfraz. Es una ropa que va a acompañar el momento sublime en el que usted se declara ¿me entiende?

_Todavía no realmente. Pero bueno, veamos de qué trata.

_(Martinezky se dirige al probador de la habitación contigua y al cabo de unos minutos regresa a la sala donde lo espera Mario Cortijo)

_Ya estoy. Me miré al espejo y esto me parece ridículo ¿A dónde quiere llegar Mario?

_(Con una sonrisa que reíte del guasón, Mario Cortijo casi atragantándose exclama) ¡Maravilloso Señor! ¡Excelso My lord!

_Bien. Este traje de charro le queda pintado al cuerpo don Arturo. Y el sombrero mexicano, ¡ajá! Extraordinario.

_Pero el charro es un trabajador, hombre de campo, ranchero en México. Y yo soy, como usted dijo: Un lord.

_Precisamente don Arturo ¡Es verdad! Usted es un lord. Pero ante la alemana es importante que vaya con humildad, con modestia, con sencillez. Póngase a su altura. Ella es su ama de llaves. Si no la va a inhibir. Tiene que bajar, en cierto modo, hasta su nivel. Tal vez un poquito más arriba, pero no demasiado. De lo contrario ella se va a cohibir, contener, porque pensará que no está a su altura; que no lo merece, que usted es demasiado para ella ¿Me entiende?

_Sí, tiene razón Mario. Cuando tiene razón, tiene razón. Pero conmigo ella será una reina. 

_Sí, sí. Pero después, cuando ella ya esté segura. No me caben dudas que usted la hará sentir a Queenn (una reina).


Empieza el show

_Bueno My lord. Comencemos. Primero, como le dije antes, párese de espaldas al ventanal.

_¿Así?

_Sí, pero un poquito más de costado, de perfil. (Don Arturo se acomoda)

_¿Así está bien?

_Sí, perfecto: ¡Qué ingresen los muchachos! (Se abre la puerta de la sala y hacen su ingreso los mariachis; un total de ocho que es el número necesario, aunque también puede ser de cuatro).

_¿Qué es esto Mario? ¿Qué está haciendo? ¿Por qué monta toda esta escena? ¿Este show? (Martinezky realmente preocupado y asombrado a la vez)

_No se preocupe don Arturo. Está todo fríamente calculado. Vamos a empezar. (Le acerca una hoja con dos textos de canciones: boleros). Vamos a empezar con estos. Luego seguimos con otros en la serenata.

_¿Serenata?

_Claro. Es de día, pero hagamos de cuenta que es de noche y usted está frente a su ventana. Usted con un ramo de flores en las manos, que aquí lo tiene. Haga lugar, y tenga cuidado que no se le caiga la letra. No, mejor la letra en este atril. Usted con las flores en la mano. Así está bien ¿Qué le parece?

_Todo muy ridículo.

_No, don Arturo. Espectacular. Con esto la tendrá a sus pies.

_Yo no sé cantar.

_Ahí está la gracia. Usted, humildemente y en su forma natural se declara, aunque cantando. A ella le va a fascinar: Comencemos. Prepárese don Arturo. ¡Vamos muchachos, con garra, con ganas! Usted también, don Arturo.


Usted es la culpable

_Empiezan los primeros acordes, y entra don Arturo, bastante a destiempo, pero comienza al fin con una voz finita, finita (si habla en ese tono, imagínense cantando)

_Usted es la culpable/De todas mis angustias, y todos mis quebrantos/Usted llenó mi vida, de dulces inquietudes, y amargos desencantos/Su amor es como un grito, que llevo aquí en mi alma; y aquí en mi corazón/Y soy, aunque no quiera, esclavo de sus ojos, juguete de su amor/No juegue con mis penas, ni con mis sentimientos; es lo único que tengo/Usted es mi esperanza, mi última esperanza; comprenda de una vez/Usted me desespera, me mata, me enloquece/Y hasta la vida diera, por vencer el miedo, de besarla a usted.

_(Muy bien, grandes aplausos de Cortijo, y todo el personal de la mansión que se encuentra viendo la escena desde los parques ¡Bravo don Arturo. Así se hace; maestro de maestros. Es usted un monstruo de la canción…!)

_¿Pero qué esto, qué ha hecho Mario? Todo el personal está viendo esto. Usted me hace quedar en ridículo.

_No señor. Todo lo contrario. La gente muy entusiasmada. Lo he hecho para que usted se sienta contenido. Que tenga su público. Eso lo va a animar mucho más. Vamos, vamos con la otra. 

_(Don Arturo duda, pero finalmente Cortijo logra convencerlo)

Mujer si puedes tú con Dios hablar

_Mujer si puedes tú con Dios hablar, pregúntale si yo alguna vez, te he dejado de adorar/ Y al mar, espejo de mi corazón, las veces que me ha visto llorar; la perfidia de tu amor…

_(Genial don Arturo; bravo, bravo). Vamos con otra. No se achique don Arturo. Usted puede. Imagínese que ya la tiene ¡Vamos con esta muchachos!

_¿Mario?, ¡las flores ya se están marchitando!

_Pero no don Arturo. Vamos que todo está saliendo bien. Recuerde que estamos ensayando.

Contigo aprendí

_(Con la voz muy finita): Contigo aprendí, que existen nuevas y mejores emociones/Contigo aprendí a conocer un mundo lleno de ilusiones/Aprendí, que la semana tiene más de siete días, a hacer mayores mis contadas alegrías, y a ser dichoso yo contigo lo aprendíííí.

_(Extraordinario don Arturo. Ahora vamos en alemán. Ahí tiene la traducción. Eso la termina de enloquecer don Arturo). 

_Y claro, ella es alemana ¿Pero un bolero en alemán?

_Por supuesto, por qué no mi Señor; rompamos fronteras con la canción popular ¡Muchachos!

(Comienzan los acordes de Contigo aprendí y allí arranca don Arturo con la voz ya aflautada con una fonética en alemán horrible y un acento terriblemente espantoso. Abajo, el personal no puede evitar las carcajadas).

Contigo aprendí en alemán

_ Mit dir habe ich gelernt dass es neue und bessere Emotionen gibt/Mit dir habe ich gelernt, eine Welt voller Illusionen kennenzulernen/Ich habe gelernt

dass die Woche mehr als sieben Tage hat, um meine wenigen Freuden größer zu machen, und ich habe gelernt, mit dir glücklich zu sein/

_(Las risas rodean a la mansión. Y como si fuera poco, algunos empleados habían abierto los portones de la inmensa casona; y una muchedumbre de vecinos se habían agolpado a ver a don Arturo y a los mariachis por el ventanal. Cortijo se había ocupado de instalar altoparlantes fuera del recinto con lo cual se escuchaba afuera de la mansión y más allá).

_(Cortijo revolcándose de risa ante un Martinezky azorado, aturdido. No comprende exactamente el alcance de su actuación. De pronto advierte que frente a él está Vanesa, la alemana mirándolo con furia)

_Perdone don Arturo. No quiero faltarle el respeto. Pero usted se lo faltó a mis antepasados y a mi patria natal intentando una canción, aunque no lo parece, más bien un grito desgarrador; con un acento y una fonética espantosa; imitando un alemán burdo, ridículo, deplorable, detestable. En fin. Ya no sé qué más decirle. Si usted quiere, presento aquí mi renuncia. Pero no podía dejar pasar por alto este momento. Si usted tenía intención de decirme algo, bastaba con decírmelo directamente sin tantos preámbulos o acciones disparatadas; que no son dignas de una persona seria como usted. O tal vez; si lo consideraba apropiado hacia mi persona, con una invitación humilde y sencilla a tomar un café o un té hubiese bastado ¿No le parece?

_(Arturo Martinezky tragaba saliva todo el tiempo. Su rostro estaba crispado por el enojo y la vergüenza. No podía entender, no daba crédito a lo ocurrido. Apenas pudo balbucear unas pocas palabras, casi ininteligibles: Mario, el hdp de Mario. 

_En ese momento suena en el escritorio de don Arturo el teléfono rojo, lo que salva momentáneamente a Mario Cortijo.


El sabotaje

_Pinturita salió de la Usina tras haber hecho unos trámites que en realidad eran para disimular el propósito que lo había llevado hasta el edificio de la entidad. Pagó efectivamente, la boleta de luz, pero hizo un reclamo con nombres falsos de personas ya fallecidas. Una vez fuera del inmueble, caminó unas cuadras y se reunió en un bar con los enanos que contrató en el circo que había llegado a Pobres Corazones hacía unos días ¡Está todo en marcha amigos! Vamos a esperar que llegue la noche. Ustedes se pondrán los disfraces de gnomos y duendes y comenzará la acción ¿Estamos de acuerdo?

_ Sí Pinturita ¡Quedate tranquilo! No habrá fallas. Eso espero. Ya saben que Papanegra no tolera los errores.

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